Bogota, primera parte
Actualizado: 21 oct 2020
Cualquier recorrido por Bogotá se me hacía difícil. El tiempo que pasaba en esa
ciudad era bastante corto y la única opción de salir es prácticamente sin dormir en la
noche ya que el vuelo aterrizaba a las 7 am y en hacer todo el trámite hasta llegar al
hotel ya estás en una buena hora para salir a recorrer. Así lo hice, con mucho sueño
y bastante cansado, pero con mucho entusiasmo de recorrer cafeterías de un país
muy reconocido por el cuidado en su producción. Fue así como en esta ocasión
llegué en taxi hasta una cafetería llamada Kiri café que la elegí ya que se jactaban de
obtener su café con pergamino. El pergamino es la última capa del café que se retira
antes del tueste por lo que ellos tenían trilladora y tostadora para poder dejar el café
listo para preparar.
Como es costumbre en una cafetería de especialidad, el lugar era pequeño, acogedor
y quienes atendían de muy buena disposición y muy alegres también. Por ello
comencé a preguntarles todo lo que pude, ver todo lo que pude y obviamente tomar
un cafecito preparado por ellos. Les pedí ver sus cafés y el famoso pergamino, que
hasta ahí nunca lo había visto. Fue así como jugué con un par de granos, quitándoles
con la mano la mencionada capa. Fue una gran experiencia ya que es el único lugar
que conozco hasta ahora en que obtienen sus cafés desde esta condición. Siempre
trato de llevar algún souvenir y en este caso compré un Geisha de Colombia
(obviamente) que llegué a disfrutar a Chile.

Pero no podía quedar ahí, había que aprovechar más el tiempo y por ello fui a otra
cafetería que ellos me recomendaron y que quedaba bastante cerca: “Café del 18”.
No me pregunten por qué pero me costó un mundo encontrarla, la rodeé un par de
veces hasta llegar. Fue una gran sorpresa y de hecho no la encontraba ya que salía
de lo normal. Siempre busqué esa cafetería pequeña, sin embargo, esta era grande,
ocupaba una esquina entera y fue muy grande y de una gran variedad de métodos
para probar. Obviamente, lo que buscaba en Bogotá era tener experiencias nuevas.
Fue así como llegué a pedir un método llamado “Trinity Aeropress”. Fue una gran
atracción. Primero tu lo pides en el mesón, lo pagas y te llevan el método a la mesa
para preparártelo, es verdaderamente un show cooking. Es una estructura bastante
grande por lo que necesitaron un pequeño carro para llegar hasta mi mesa. En sí, es
una aeropress pero que es capaz de hacer su extracción de forma autónoma debido
al gran peso que tiene el émbolo en su parte superior. Una vez más logré aprender
algo nuevo. Mi souvenir de esta ocasión? Chocolate! Con cacao Colombiano para
preparar Mocaccino en casa.
Aún así y a pesar de toda la cafeína que llevaba en la sangre, ya no daba más de
cansancio. Tomé un taxi de vuelta al hotel y yo creo que dormí hasta el día siguiente
para viajar temprano a Santiago.
